jueves, 3 de mayo de 2012

¡El error que siempre cometes cuando sonríes!

Ya me he referido varias veces a la sonrisa como un arma infalible tanto en los negocios como en las relaciones personales, aclarando las diferencias fundamentales entre una sonrisa Duchenne o “auténtica“ y una falsa o forzada. Pero aún cuando somos capaces de sonreír abiertamente cuando en realidad no lo sentimos… hay un detalle, muy pequeño, que generalmente pasamos por alto: La velocidad. 

¿Les parece curioso? a mí también me sonaba a exageración… hasta que leí la investigación que respalda el hecho de que sonreír“demasiado rápido“ te hace ver falso. De hecho, el estudio contempla dos factores: el de la frecuencia al sonreír y la velocidad con la que los músculos del rostro forman dicha expresión.

Con respecto a la frecuencia, imaginen a una persona que “regale“ sonrisas a todo el que se le atraviese (inclusive a personas que no se la merezcan en lo absoluto). ¿No creen ustedes que terminaríamos por pensar que la sonrisa que nos ofrece… tiene poco valor? ¡Si igual, se la ofrece a todo el mundo…! Es normal que les parezca algo “chocante“ esta visión ´económica´de sonreír, pero tal efecto es inevitable.

Por otra parte, sonreír con ganas es un fenómeno neurológico muy complejo que no notamos de manera consciente; no nos damos cuenta de que lo hacemos con calma. Nuestro rostro, más que una “explosión“ de alegría, se convierte en un amanecer. Pero, ¿Qué pasa cuando tenemos que “forzar“ una sonrisa, aún cuando no lo sentimos? no basta con flexionar nuestros músculos al máximo… debemos cuidar de no hacerlo inmediatamente y de golpe, sino poco a poco, como dejando que fluya la emoción. Quizá una duración de un segundo será suficiente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario